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Solución: D- Millones de años
Huella de una pisada de astronauta en la Luna. Misión Apollo 11. NASA. |
La
superficie de la Luna, además de dominada por imponentes cráteres
("tierras") y aplanadas zonas oscuras ("mares"), está recubierta de una
capa importante de "polvo" y partículas sólidas pequeñas denominadas
regolito. Dicho regolito proviene del depósito de micrometeoritos,
partículas del tamaño de granos de arena provenientes del espacio. Así,
una pisada en la superficie lunar dejará una clara huella debido a esta
enorme cantidad de polvo. Mientras que en la Tierra una huella así no
duraría más de unas horas, en la Luna, donde la ausencia casi absoluta
de atmósfera (aire) o agua evita los dos agentes erosivos fundamentales,
ésta permanecerá casi inmutable durante millones de años. Sólo el
efecto de impactos de micrometeoritos (o incluso meteoritos de mayor
tamaño) o el viento solar (partículas provenientes de nuestro Sol) serán
capaces de borrar estas huellas durante un proceso tremendamente lento.
Detalle del polvoriento traje de David Scott, integrante de la misión Apollo 15. NASA. |
A
finales de los años 60 y principios de los 70 se produjeron las
primeras y últimas misiones tripuladas a la Luna. Debido a la baja
gravedad y a la gran cantidad de polvo en ésta los astronautas esperaban
aterrizar en una capa "esponjosa" de polvo, que podría provocar un
efecto similar al de unas arenas movedizas poniendo así en riesgo el aterrizaje.
Sin embargo, aunque los aterrizajes fueron llevaderos, el polvo sí fue
un problema durante la misión. La casi inexistente atmósfera lunar hace
que este polvo se encuentre expuesto a lo que conocemos como viento
solar (partículas cargadas así como fotones provenientes del Sol). Este
viento solar hace que las partículas de polvo lunares se carguen
eléctricamente y, debido a fuerzas electrostáticas, éstas se adhieran
tanto a la superficie de la nave como a los trajes de los astronautas.
Este polvo "pegajoso" resultó ser un riesgo, no sólo para los humanos en
la Luna, sino también para el correcto funcionamiento de los
sofisticados equipamientos con los que contaban.
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